jueves, 12 de enero de 2012

LICOR DEL POLO

LICOR DEL POLO
TXIRENE ICEBERG

Don Salustiano nació en Briones, porque se le pasó nacer en Bilbao. Que andaba el hombre muy liado y pensando, ya entonces, en qué hacer tras la primera bocanada de aire. La que nos da la vida. Lo arregló viniéndose a vivir al Botxo en cuanto pudo. Una vez situado, montó un Balneario permanente en la villa. Su eslogan, “Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa". Doce bañeras de mármol tenía y dos cuartos de duchas, con agua caliente y fría. Pero no fue famoso por eso aunque, según dicen, tamaña empresa lo merecía. Sino por un licor que no emborrachaba, pero a todos agradaba. Sobre todo, a las narices del prójimo. Que al fin y al cabo era quien lo olía. Licor del Polo llamó al invento y así por todos es conocido. Lo que poca gente sabe, es que su inventor fue un hombre de carácter singular. Aun más fuerte, incluso, que el popular elixir polar. Ateo convencido, a su familia desheredó. Dicen, quienes de esto tienen datos, que fue porque eran beatos. Y él, no. Para nada, oiga. Era ver a alguien rezar y se ponía a blasfemar. Al fin y al cabo, podía lavarse la boca y borrar el olor a insulto cuando quería. A tanto llegó su convicción atea, que dejó dinero tras su muerte, para crear escuela de beneficencia. Siempre y cuando, eso sí, eliminasen la religión y apostasen por la ciencia.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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